Sol bémol y la maravilla
Imagen: Carmen Villa |
Todo, desde las dos grúas, el escenario inclinado, el gran hule o tela, la manzana, los pianos que van apareciendo, los cuatro personajes,... todo está hilvanado y tiene su sitio en la trama, que anuda música en directo, equilibrios, malabares, ternura y humor.
Como de costumbre, no sabía lo que iba a ver esa tarde en la Acera Recoletos. Llegué más o menos a tiempo para colocarme de pie detrás del semicírculo de personas sentadas en el suelo, muchos niños en primera línea y gente joven, aunque también algunos más mayores en sillas. Antes de empezar, la gente iba llegando, con bocadillos y bebida, comentando que ya llevaban todo el día viendo espectáculos y que pensaban seguir hasta el final. La verdad es que había muy "buen rollo" entre el público, y la actuación lo llevó a tope.
No puedo ocultar que hubo unos instantes en que fallaron varias veces seguidas los ejercicios de mazas, algunos sencillos, mientras los más complicados salían a la perfección, para estupor del público; en uno de esos fallos descubrí en el artista una mirada de desamparada frustración que sin embargo fue contestada con aplausos. A partir de entonces, la maravilla. La delicadeza de la música en directo de los pianos bailó con su pesada corporeidad, mientras equilibrios impredecibles y un relato redondo motivaban la risa y la sorpresa.
Solo puedo decir gracias, ante esta experiencia estética, este estreno en España, que por momentos hizo aflorar la lágrima a mis ojos.
(Por cierto, al final obtuvieron premio "Emilio Zapatero de Circo")
Texto: 1º ASCyT
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